18 diciembre 2009

LA IMPORTANCIA DEL PRIMER PASO

Una vez elegido el nombre, tenía que decidir cómo quería que fuera el logo y, lo que es más importante, qué quería comunicar con él.
Con un nombre tan gráfico, estaba claro que la imagen principal tendría que ser la de una o varias grullas. La primera idea, por suerte rápidamente desestimada, fue la de representar una cadena de grullas rodeando el mundo. Aunque su significado era fácilmente comprensible, me parecía demasiado llamativo y carente de fuerza. Seguí pensando y se me ocurrió que el logo podría ser la imagen de una veleta en la cual la típica figura del gallo o de la bruja fuera sustituída por una grulla. Así, quería transmitir que los valores inmanentes a la historia de Sadako debían difundirse por cada uno de los puntos cardinales y asentarse en cualquier rinconcito del mundo. Aunque la idea no me disgustaba del todo, pensé que el diseño resultante no sería demasiado atrayente.
Y, por fin, acabé dándome cuenta de que el momento más importante, el que da sentido y a la vez vertebra toda la historia, es aquel en el que Chizuko Hamamoto decide alentar a su amiga contándole una leyenda que habla de esperanza e ilusión, y regalándole una grulla de papel dorado. Esa primera grulla dorada traía consigo las otras 999 porque, en la mayoría de los casos sino en todos, el primer paso es el decisivo, el más determinante y, una vez lo hemos dado, prácticamente, tenemos recorrido el resto del camino. Empezar las cosas es tenerlas medio acabadas, me dijo en una ocasión un profesor del instituto.
Por eso, esa grulla dorada, que es el origen de las 999 que se propuso realizar Sadako y de los millones de grullas que hicieron los niños a su muerte y de todas las que, a día de hoy, siguen llevando, anualmente, los escolares al Monumento del Parque de la Paz de Hiroshima, debía ser el motivo principal del logo.
Cierro esta entrada remitiéndome a unas palabras del filósofo japonés Suzuki: La belleza no está en la forma, sino en el significado que ésta encierra. Y es que de nada sirve juzgar las cosas por las apariencias, pues debajo de éstas se esconde la verdadera esencia, a la que es más difícil acceder, pero, cuando se ha conseguido, irremediablemente, dejamos de mirar con los ojos para comprender con la mente y el corazón.

1 comentario:

Maria dijo...

Ufff! Esta mezcla de buenos deseos, gran calidad humana y cultura japonesa cada vez me está gustando más y más!!!! ^^